El cine nos ha dejado innumerables películas basadas, más o menos de forma fehaciente, en las historias de conocidísimos criminales y mafiosos. De la misma manera que ocurre en la literatura, el séptimo arte también se ha interesado por adaptar estas historias aparentemente truculentas y poco recomendables, ya que en el fondo al espectador le gusta el morbo y quiere conocer cómo es la vida de aquellas personas a las que debería detestar por todo lo que hacen, pero que irradian ese cierto magnetismo que tanto nos atrae. Sin ir más lejos, El Padrino, de Francis Ford Coppola y basada en la obra de Mario Puzo, está considerada como una de las mejores películas de todos los tiempos. No es el único ejemplo en el que mafia y cine se dan la mano.

Tenemos también Los Intocables de Elliot Ness, El Golpe, El Honor de los Prizzi o más recientemente cintas como Camino a la Perdición y El Irlandés. Precisamente el director de esta última, Martin Scorsese, ha sido uno de los realizadores que más cancha le ha dado al mundo del hampa en la gran pantalla, tratando el tema en varias de sus producciones. Probablemente la más recordada de todas sea Goodfellas, conocida en España como Uno de los Nuestros, una película de 1990 que supuso, para muchos, el culmen del cine de mafiosos, con un estilo intenso y unos personajes absolutamente indeseables pero magnéticos que hacían imposible apartar los ojos de la pantalla. Goodfellas se convirtió en un clásico instantáneo y aquí te vamos a explicar por qué.

El cine de terror siempre ha sido una de las partes más importantes del séptimo arte. Si cualquier actividad artística va precisamente de crear una sensación o emoción en una persona, el cine de terror consigue esto de una manera tan eficaz que muchos, directamente, son incapaces de enfrentarse a una película de este tipo, porque les produce demasiado miedo o ansiedad. Desde los principios del cinematógrafo hasta los últimos éxitos de taquilla, las películas de miedo siempre han tenido un lugar muy especial en el imaginario colectivo, gracias al apoyo del público fiel y sobre todo, a la apuesta de grandes directores, guionistas y productores que han resucitado una y mil veces el género terrorífico cuando estaba en horas bajas.

La productora británica Hammer a mediados del siglo XX ya creó su propia factoría de terror basándose en los monstruos clásicos. Desde entonces han sido muchas las productoras que se han especializado en este género, con escarceos también a la fantasía y a la ciencia ficción, como Full Moon, Empire o Troma, la mayoría de bajo presupuesto. Actualmente, la productora que ha recogido el testigo y ha puesto de nuevo al cine de terror en un pedestal es Blumhouse, surgida precisamente de películas muy económicas pero con un rédito comercial brutal, y que ha sabido generar ese tipo de producto que ha traspasado las barreras del género para convertirse en un trallazo comercial. Vamos a conocer algo más sobre la empresa de Jason Blum en este artículo especial.

Al público le encanta las películas de héroes. Aunque se pasen toda la ficción soltando mamporros y llaves de yudo a diestro y siniestro, volando coches, disparando a todo lo que se mueve y acabar cepillándose al villano de turno.
Lo importa es que al final se haga justicia, los malos acaben muertos o en la cárcel y se restablezca el orden y la justicia.
Por eso las sagas sobre hombres sencillos que se ponen el traje de superhéroes y acaban rescatando a la humanidad funcionan tan bien en la taquilla.